Rodín Kaufmann



Grité en el siglo tres


grité en el siglo tres
en los espacios infinitos de piedra
grité tan fuerte
que el tiempo se congeló
y la onda de mi terror
agrietó la superficie mineral
en un ramillete de rocas sollozantes

era la Edad de los olmos de los álamos
que miraban en majestad
al niño yo despertar
del estruendo más profundo
a la vista de los cuerpos perdidos
que flotaban en un cielo
desinteresado por tal
tecnología



humano verdadero
humano de cristal
construir sueños
con el hormigón pesado
de la vida
construirse cabañas
con las palabras
rocas calizas nacidas de heridas
parar ver el amanecer
tras las cumbres de Creta
humano mineral


En las fronteras de la desesperanza
Hay una caracola de nácar

El caminante perdido
le da su aliento